Aquel día la sala de guardia del
Hospital Rivadavia fue una locura. No se si el común de la gente recordará lo
que sucedió el miércoles 22 de febrero de 2012 en la estación de trenes de Once
a eso de las 08:33 antes del mediodía; en cambio para mí ese será un día que no
olvidaré jamás. Y evidentemente los acontecimientos de esa mañana se me
presentan ahora como los viejos fantasmas de las navidades pasadas que sometían
a Ebenezer Scrooge en el cuento de Charles Dickens.
Nos enteramos del accidente del
tren de TBA por mensaje de texto y, salvo quienes ya estaban en el hospital o
aquellos que estaban fuera de la ciudad, todos los médicos, enfermeras y demás
personal indispensable para tratar tal tragedia nos presentamos inmediatamente.