Los ruidos por las noches se habían
hecho muy frecuentes, siempre a las 02:00, más de una vez me levanté con el
mayor sigilo para no despertar a Claudia. Los sonidos parecían venir del baño
de abajo, pero al llegar al último escalón cesaban.
Anoche fue igual, pero esta vez no
sin un gran esfuerzo me mantuve despierto esperando a que aparecieran; al
primer golpe salté de la cama ya sin importarme el sueño de ella que roncaba
impasible. Bajé dando zancadas sobre la escalera.
Abrí la puerta y la vi de
espaldas, parada frente al botiquín.
En la cocina el microondas dio dos
pitidos y me imagine sus números verdes intensos mostrar las 02:00.
Se volteó.
–Ya no duermas con mi fantasma –me
dijo extendiéndome de su mano gris mi pequeño bisturí.