No sabía cuanto tiempo había pasado desde que los
muertos habían querido entrar, los oía con más fuerza a cada rato y eso la
estaba debilitando.
No quería dormirse aunque su cuerpo se lo pedía, sus
brazos le decían que suelte a la bebe, que la acueste a un lado suyo; que se
relaje, que nada iba a pasar. Que simplemente cerrase los ojos y descansase un
momento, tal vez, si se dormía, despertase después dándose cuenta que todo
había sido un sueño, de los malos; pero de aquellos en los cual uno cuando se
despierta solo queda la sensación de miedo, de terror, y que inmediatamente
después se evapora de su mente como una gota olvidada al sol.