Solo lo
sujetaban sus uñas al precipicio, aferrado a los ladrillos del edificio
observaba la noche cruda envuelto en su soledad. Rastrillaba con sus ojos
nocturnos en búsqueda de su presa, el hambre acalambraba su cerebro y nublaba
la sensación de vida; el raquitismo de su razón, de la cordura.
La
llovizna mojaba su cresta y resbalaba por las alas negras, mojaba su piel
marcando con las gotas deslizantes cada uno de sus espectaculares músculos,
como si fuesen los dedos de un artista modelándolo con barro.
Oyó el
silbido de cada noche venir del callejón cuando la cacería era pobre, ella le
salvaba el pellejo. Lo buscaban además, como lo que era, una criatura que vivía
fuera del regazo del Señor. Pero que descansaba en el de ella. Dormía entre sus
piernas cuando podía, rodeados de la niebla del amanecer. Su adoración lo
cubría con una manta ni bien el sol comenzaba a despuntar, ese brillo que lo
derretía y lo dejaba exhausto, que lo adormecía. No podía esperar el día en cualquier
lado, sería la presa perfecta para sus cazadores.
Esa noche
lloviznaba, era hermoso sentir las gotas frías chocar su rostro, sentirlas
libres, sin alas, sin ser diferentes unas de otras.
Comía del
animal que le había traído ella, lo devoraba mientras su amor lo miraba con la
tristeza del corazón que lo ha perdido, que ha vivido su transformación, de un
niño a una criatura sin denominación. Salvo la que le han dado en la ciudad,
esa que antes lo acunaba como un hermoso humano y ahora le daba caza.
El hombre alado.
Volaba a su escondite antes que
salga el sol, se despedía de su madre con lágrimas en los ojos, así era siempre
y lo seguiría siendo. Sus plumas negras brillantes destellaban como hojas de
acero cuando batía las alas y emprendía el regreso a la nada, a la soledad
absoluta; a la reclusión de un ser incomprendido, como si fuese un animal
peligroso.
El hombre le da caza a lo que no
entiende, de una u otra forma, tratan de desaparecer aquello que no llegan a
comprender, lo esconden o lo destruyen. Algunos inventan fábulas a su
alrededor. Eso también es así, “lo que no sabemos, inventamos”, le había dicho
su madre una noche que satisfecho descansaba en sus piernas mientras ella le
acariciaba la negra cresta.
Planeaba hacía el destierro cuando
una flecha le dio en el pecho, su madre dio un grito de angustia al verlo caer
sobre las terrazas desiertas del inminente amanecer, se abalanzaron los
cazadores sobre su cuerpo alado y atado de manos y pies, esperó. Fue al
encuentro de los primeros rayos de sol entre los gritos de dolor de su madre y
de los cazadores de esa furiosa ciudad; se derritieron sus alas entre las
calles azules, el último aliento salió de su pecho en un susurro que solo su
madre alcanzó a entender...
“Me verás volver, a la
ciudad de la furia…”.-
Soda Stereo - En La Ciudad de la Furia (Doble Vida - 1988)
Me
veras volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mi
Y yo soy parte de todos
Nada cambiara
Con un aviso de curva
En sus caras veo el temor
Ya no hay fabulas
En la ciudad de la furia
Me veras caer
Como un ave de presa
Me veras caer
Sobre terrazas desiertas
Te desnudaré
Por las calles azules
Me refugiaré
Antes que todos despierten
Me dejarás dormir al amanecer
Entre tus piernas
Entre tus piernas
Sabras ocultarme bien y desaparecer
Entre la niebla
Entre la niebla
Un hombre alado extraña la tierra
Me veras volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mi
Y yo soy parte de todos
Con la luz del sol
Se derriten mis alas
Solo encuentro en la oscuridad
Lo que me une con la ciudad de la furia
Me veras caer
Como una flecha salvaje
Me veras caer
Entre vuelos fugaces
Buenos Aires se ve tan susceptible
Ese destino de furia es
Lo que en sus caras persiste
Me dejaras dormir al amanecer
Entre tus piernas
Entre tus piernas
Sabras ocultarme bien y desaparecer
Entre la niebla
Entre la niebla
Un hombre alado prefiere la noche
Me veras volver
Me veras volver
A la ciudad de la furia
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mi
Y yo soy parte de todos
Nada cambiara
Con un aviso de curva
En sus caras veo el temor
Ya no hay fabulas
En la ciudad de la furia
Me veras caer
Como un ave de presa
Me veras caer
Sobre terrazas desiertas
Te desnudaré
Por las calles azules
Me refugiaré
Antes que todos despierten
Me dejarás dormir al amanecer
Entre tus piernas
Entre tus piernas
Sabras ocultarme bien y desaparecer
Entre la niebla
Entre la niebla
Un hombre alado extraña la tierra
Me veras volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mi
Y yo soy parte de todos
Con la luz del sol
Se derriten mis alas
Solo encuentro en la oscuridad
Lo que me une con la ciudad de la furia
Me veras caer
Como una flecha salvaje
Me veras caer
Entre vuelos fugaces
Buenos Aires se ve tan susceptible
Ese destino de furia es
Lo que en sus caras persiste
Me dejaras dormir al amanecer
Entre tus piernas
Entre tus piernas
Sabras ocultarme bien y desaparecer
Entre la niebla
Entre la niebla
Un hombre alado prefiere la noche
Me veras volver
Me veras volver
A la ciudad de la furia