Nada de nada podía devolverlo con
los demás, cansado de los fríos e indiferentes espejos deformes, de los
caballos de madera y cisnes petrificados; cansado de los asientos vacíos, de
las luces apagadas y voces olvidadas.
Cansado de los cuerpos
putrefactos, de las manos que no podía aferrar, de los autos sin combustible,
las rockolas sin electricidad y sus canciones que se evaporaban de la memoria,
la comida que no podía saborear, de las camas que no lo podían abrigar.
Pero lo que más le aturdía, era el eterno recuerdo de ser
quién dio la orden equivocada, transformándolo en el único fantasma del
Apocalipsis.
El silencio que aturde, que enloquece y lo obliga a deambular entre "sus" escombros.
ResponderEliminarExcelente, Walter!
Muy bueno!
Un saludo cordial!
El silncio es el peor de los ruidos.
EliminarGracias Bee... saludos
La soledad de un fantasma tiene que ser trágica hasta no poder más. Tener consciencia de esa situación es tremendo ese colapso.
ResponderEliminarMe parece buenísimo Walter.
Buen día y un beso
¿Tienen conciencia los fantasmas?, a mi me dejaron la sensación de tenerla hasta el punto de carcomer partes de un alma que se va desgastando.
EliminarBuen dia y besos MJ
Tu escrito me ha impresionado, ¿así piensa un fantasma si es que piensa?, si, así debe ser. Tienes un blog muy interesante, me hago seguidora ya. Abrazos
ResponderEliminarLos pensamientos de los fantasmas son (invensión mia obvio) un eterno deambular por el limbo de la muerte y la realidad.
EliminarGracias por seguir.
Abrazos
Hay vidas que no son vidas. Sólo son el fantasma de una ilusión.
ResponderEliminarsaludos
Así es Lucrecia... una ilusión que se evapora en la soledad de la nada.
EliminarSaludos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSe podría decir que es nuestro futuro...
ResponderEliminarSe podría Luna..., se podría.-
EliminarExcelente.
ResponderEliminarY lo que aún le queda por sufrir...
Muy bueno, Walter.