Pasado unos segundos, presa del
agotamiento, dejé de sacudirme. Transpiraba mares y el gusto salado me invadía
la boca que mantenía abierta.
Me obligue a tranquilizarme.
Miré nuevamente el espejo.
Me miré.
Y reconocí mi rostro.
Cada una de las imágenes de mi
vida me engulló como un tsunami, golpeándome primero con su ola inmensa para
luego arrastrarme por mi propia historia.
Ya sabía quien era yo.
Mi nombre es…
–Hola Doctor Bouza –dijo una voz
distorsionada, grave y metálica. Como esas voces que usan los secuestradores
para llamar a los familiares de las víctimas en las películas.
Mi nombre es Boris Bouza, soy
medico, estoy casado y tengo tres hijos varones. La vida me ha tratado muy
bien. Mi viejo fue medico y mi hermano lo es también. Tengo 38 años, una
interesante cuenta bancaria y un hogar en un country.
“Es un secuestro”, me dije de
inmediato; es un secuestro, tengo una pizca de esperanza de salir de esta con
vida. “Solo quieren dinero”, argumenté; si les doy lo que quieren me dejarán
ir. Tengo mucho tiempo para recuperarlo.
–¿La esta pasando bien doctor?
–preguntó la voz distorsionada. –Disculpe el servicio a la habitación, estamos
cortos de personal.
–¿Qué quieren? –pregunté tratando
de conservar la calma. Esa cuota de locura mortificante por la impaciencia del
saber donde estaba había bajado, lo que no sabía es hasta donde podía llegar la
deuda.
Se escuchó un clic seguido de una
pequeña distorsión, alguien pareció dudar ante la pregunta respirando sobre lo
que creí era el micrófono. Se oyeron un par de golpes productos del manipuleo
del aparato.
–Resarcimiento –dijo la voz.
–¿Qué? –pregunté por un simple
acto reflejo de mi mente, había entendido claramente la palabra, lo que no
lograba ubicar era el porqué yo y a que tipo de resarcimiento se refería.
Todavía aturdido y con miedo, creí que se me estaba pasando por alto alguna
deuda que haya tenido; pero yo era de esas personas super organizadas y que
tenían su contabilidad al día. Se me cruzó por la cabeza que mi mujer podría tener
algún problema de deuda, ó mi hermano sea un jugador compulsivo debiéndole
dinero a alguien de la mafia; pero lo dudaba, mi hermano era más estricto de lo
que yo era. Y eso era mucho decir.
–Solo digan cuanto quieren y déjenme
ir –dije.
La risa pareció salir de todos
lados y rodearme como el sonido de un tornado, era una risa frenética y
desquiciada que me erizo la piel.
–Ya nos hemos cobrado una parte
doctor Bouza –dijo la voz todavía riendo como un loco. –¿Cómo decirlo? Hay que
tener los pies sobre la tierra.
Al decir esto la potente luz del
reflector fue perdiendo energía, el recuadro formado por el espejo donde me
reflejaba fue tomando más cuerpo y la nitidez de mi imagen también.
Se me detuvo el corazón, creo que
la persona que se encontraba del otro lado del micrófono se dio cuenta de mis
ojos porque comenzó a reír más fuerte, los habré abierto de la forma que lo
hace un chancho bajo el facón afilado, desorbitados.
Moví mis pies, pero lo que veía en
el espejo era ilusorio para mi.
Estaba colgado con los brazos a
los lados cruzados por varios trozos de cinta de color gris metálico,
suspendido quizá por algún tipo de arnés que no lograba ver a mis espaldas. La
cinta me cruzaba los brazos e iba bajando como los colores de un chupetín pico-dulce
estrujándome todo hasta las piernas. Estaba desnudo, lo único que me cubría era
la cinta.
Me cubría todo menos los pies.
Y eso era porque no los tenía.
Ahora mi cuerpo llegaba hasta los
tobillos.
Me los habían cortado.
Volví a gritar, el ambiente se
llenó de mi grito desesperado y sollozante junto a la risa paranoica de mi
captor. Cerré los ojos, grité, lloré, me sacudí. Maldije. Y volví a llorar.
Me mutilaron los pies.
Sabía que no los tenía, pero el
cosquilleó en la planta de los pies era incesante, miraba los muñones en el
espejo con estupor y me preguntaba que clase de loco puede llegar a hacer algo
así. Me habían arruinado la vida.
Como médico, la picazón la
explicaba por el “Síndrome del miembro amputado” ó “Síndrome del miembro
fantasma” que es ese dolor o sensación neuropática con un cerebro tratando de
reorganizarse ante la perdida de una extremidad, incluso años después de
haberlo perdido.
Veía en el espejo mi cuerpo
suspendido en el aire como si fuese un bizarro acto de magia, solo estaba yo
dentro del espejo como un cuadro viviente.
Volví a escuchar un sonido
metálico, llaves hurgando dentro de la puerta. Segundos después, esta que
estaba sobre los cuatro peldaños se abrió.
No apareció una persona como yo
había creído, sino dos.
Estaban totalmente vestidos de
negro, ambos llevaban botas de ese color y uno de ellos era mujer.
Evidentemente no tenía intención de ocultar su sexo, ya que ella llevaba unas
calzas que contorneaban muy bien sus piernas y cadera. “Una mujer joven”, me
dije. “Y de buen cuerpo”, los hombres hasta en situaciones límites no podemos
de dejar de pensar en ponerla. Después, traía una campera de esas tipo inflables
y un pasamontañas para ocultar su rostro. El hombre llevaba las botas por fuera
del pantalón de jeans, también tenía campera inflable y su respectivo
pasamontañas. Pero tenía algo que lo diferenciaba de la mujer, y no solo eran
las calzas, sino su cinturón con una hebilla de esas grandes y relucientes.
Estaba convencido que la había
visto antes.
Era rectangular y estaba acostada,
dentro de ella tenía una letra enganchada a otra, parecían una “C” y una “A”,
dibujadas como con pequeños brillantes que obviamente no lo eran, pero que resplandecían
con toda su pompa.
Supe que, con todos los recaudos
tomados, la hebilla era una pista que no había sido dejada al azar.
Querían que sepa quienes eran.
Mire como se acercaban con una
parsimonia terrorífica, pretendían que juegue un juego que torturaría mi
psiquis.
Supuraba miedo, rabia, impotencia,
dolor. Una montaña rusa de sensaciones y sentimientos vertiginosos que bullían
en mi interior evaporando mi esperanza de sobrevivir.
Se pararon frente a mi, uno a cada
lado, dejando libre el espacio por el cual podía verme reflejado al espejo.
Eran unos verdaderos hijos de puta.
–¿Porqué? –alcance a preguntar
cansado, casi sin fuerzas.
–Bueno, es complicado de contestar
eso –dijo el hombre con la voz distorsionada. –Depende de cómo utilices ese
porqué. Si lo usas como un sustantivo, aunque en este caso no va acompañado de
un artículo creo, salvo que te lo hayas comido. –rió. – Si lo usas en un
interrogativo, como supongo lo es ahora. Por, es una preposición y qué es un
pronombre interrogativo. Entonces, si es así tu porqué la respuesta es simple.
–Porque se nos canta –dijo la
mujer con la misma voz distorsionada.
Esa respuesta dio por sentado que
iban a matarme, no querían dinero, no querían nada más de mí salvo mi vida.
Entonces como un rayo que toca
tierra con sus dedos eléctricos, produjo
ese pulso electromagnético que despertó mi recuerdo como lo haría un
electrochoque al estimular los latidos de un corazón muerto hace instantes. Los
chispazos del recuerdo se fundieron con los pequeños brillos desprendidos de la
hebilla del hombre, ahora sabía donde la había visto y a quien pertenecía.
Me hundí en desazón.
Segunda entrega, gracias por sus comentarios a la primera. Ojala mantenga un poco (aunque creo que baja los decibeles) lo que entregó la primera parte.
ResponderEliminarAbrazos a todos.
uff muy fuerte otra vez...
ResponderEliminarotra muy buena entrega, la pregunta será y ahora que mas le harán
saludos
carlos
Gracias Carlos... hay que dejar a las preguntas que ataquen con toda su fuerza.
Eliminar:)
Abrazos.-
hay vértigo en esta narración que abre el escenario y deja al descubierto a los personajes
ResponderEliminarfelicitaciones nuevamente Walter, suspenso , morbo y seducción se potencian en el lenguaje usado
no sé porqué se me vino a la cabeza una escena de dominatrix algo más sádica
abrazos y feliz semana
Gracias Licha, muchas gracias.
EliminarNo ví Dominatrix, pero creo que me gustará.
Besos.-
Sabes cómo crear intriga y sabes jugar con la psicología para que el lector se adentre en el relato y descubras los horrores como si fueran propios.
ResponderEliminarWalter, no tardes.
Besos
Creo que estoy aprendiendo el juego psicológico de un maestro como King y también después de leer algunos libros de Katchenbak...
EliminarTrataré de no tardar, estoy escribiendo el último capítulo.
Besos Vero.-
Te sigo... espero la tercera parte!
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo, me encantan estas historias con tanto suspenso.
Bueno Cristina, creo que mañana publico la 3º parte.
EliminarBesos Cris.-
Escalofríos ante los pies sin pies, fantasma
ResponderEliminarFantástico, espero la siguiente entrega y luego con la última prometo una relectura
Besos
Se complica para tener los pies sobre la tierra.
EliminarYa vendrá la 3º parte, quizá mañana o el viernes.
Besos.-
Bueno, ahora un nombre para colgarnos del supenso, en esta historia de entregas, urdida con acierto. UN abrazo. carlos
ResponderEliminarGracias Carlos, me alegro que te esté gustando.
EliminarAbrazos.-
Muy bien!!! Y vaya que lográs sostener la tensión! Creo que la mutilación es una de las acciones más terroríficas. Poruqe juega con la psiquis de la persona. "Luego de esto, qué debo esperar?" Esa incertidumbre y la ferocidad del accionar en sí es un combo terrorífico.
ResponderEliminarTe sigo, Walter!!! La historia promete mucho. Un abrazo! :)
No puedo decir mucho, pero ojalá la atención se mantenga hasta el final.
EliminarBesos Bee.-
El médico ya sabe quienes son y también recuerda aquello que les hizo. De ahí, el resarcimiento. Y el que no oculten sus identidades, a la hora de sobrevivir... resulta poco alentador. Walter, esta vez las estamos pasando canutas... solo tú (con tus sobradas influencias en el devenir de esta historia) puedes sacarnos ¡vivos! de esto. Y mucho me temo la situación no irá si no a peor... Walter, lo veo todo muy negro. Aguardo ahogada en suspense :) un beso
ResponderEliminarSabes que el portador del cinturón no me dijo nada, no me adelantó que hará o dejará de hacer con su mujer.
EliminarNos mantiene en vilo a ambos :)
Besos Mere, no te ahogues.-
Macabro hasta la médula, otra vez es imposible no sentir el sufrimiento del protagonista. Está complicado el tema, pocas salidas se vislumbran (y menos, sin los pies...).
ResponderEliminarAngustiante entrega, con un gran cierre que nos deja a tus lectores prendidos por lo que vendrá, ansiosos.
Genial.
¡Saludos!
La verdad que sí, está muy complicado el tema...
EliminarGracias como siempre Juanito :)
A mí la historia me gusta y me atrapa, y creo que puedes llevarla de manera magnífica, pero (siempre los 'peros') debo confesarte -a riesgo de que puedas molestarte o enojarte- que hay pequeños deslices gramaticales o de ortografía que me traban la lectura, como si me sacaran de la historia. Pequeños ejemplos:
ResponderEliminarera ilusorio para mi. (falta acento en 'mí', lo que diferencia un pronombre posesivo de un pronombre indirecto).
Querían que sepa quienes eran. ('Querían que supiera quiénes eran', mezcla de tiempos verbales -pasados con presente del subjuntivo- y falta acento).
–¿Porqué? –alcance a preguntar... ('Por qué' va separado cuando es pregunta).
¿La esta pasando bien doctor? ('está' lleva acento).
Bueno, esas cosas que, si le das una buena mirada, vas a notar inmediatamente.
Un abrazo.
HD
Humerto, aprecio mucho más una mala crítica que una buena entendiéndola siempre desde el lugar de una crítica constructiva.
EliminarLos deslices gramaticales o de ortografía son productor de mi escritura apresurada sin hacer una buena revisión antes de publicar, apremiado por querer terminarlo.
He mirado y por supuesto que las noté, noté tambien acentos donde no van, como por ejemplo... "Sabía que no los tenía, pero el cosquilleó en la planta de los pies era incesante" COSQUILLEO no lleva acento.
Agradezco doblemente, tu visita y tus apuntes.
Debo hacer corrección minuciosa antes de publicar!!!!!!!
No es una mala crítica, Walter, la historia me parece muy buena, pero estoy seguro que ese 'muy buena' se convierte en 'espectacular' cuando corre limpia, sin tropiezos. Te confieso que sólo con 2 o 3 personas me animé a hacer esto, porque sabía que eran de los que prefieren que les indiquen un desliz que los lleve a mejorar que un 'eres un genio' o esas cosas políticamente correctas que la gente suele decir.
EliminarCuando leí "Dejame tus sensaciones que me ayudan a mejorar", ahí me animé y lo escribí. Te aseguro que leo blogs en los que la gramática brilla por su ausencia total, pero ni me meto, cada uno sabrá qué hacer.
Ahora sé que tenés grandeza y que los deslices son sólo eso...
Yo te cambio 70 'Humberto eres un maestro' por un único 'la frase te quedó aliterada'.
Otro abrazo.
Me exprtesé mal con lo de "mala crítica". Lo que intenté decir es que esa crítica constructiva me ayuda muchisimo a mejorar. Mirá, hace unos años participé en un taller literario virtual (años lo había hecho en un taller presencial donde abundaba lo "que bien escribes"). En el taller virtual me "destruían" mis escritos con críticas super ácidas a las cuales me costó adaptarme. Pero juro que fue lo mejor que me pasó.
EliminarTE AGRADEZCO PROFUNDAMENTE que te tomes el tiempo conmigo al hacerme notar estos errores, lo digo porque sé la cantidad de blogs que lees.
Espero no dejes de hacerme este tipo de críticas, ya sea en lo gramatical, como conceptual o de estilo.
ABRAZO CON AGRADECIMIENTO!
Reconozco sin pudor que como no he podido entrar en varios días.. he llegado y me he leído los 3 capítulos seguidos antes de comentarte siquiera... La intriga era desesperante si me paraba a comentar...
ResponderEliminarEs un relato soberbio .. y te engancha totalmente ...
Mi abrazo para ti
Pues Aris, uno lo lee como puede y quiere. Lo mejor es leer todo de un tirón para no perderse el hilo y las sensaciones. Es lo malo de publicar en entregas, pero bueno, demasiado largo el relato para largarlo así nomas jeje.
EliminarAbrazos y gracias.-
Sin plabras...
ResponderEliminariré por el resto, espero poder terminarlo de leer.
un abrazo
Si es sin palabras, pués, esas pocas dicen mucho.
EliminarGracias Ariel
Ah!, sí que te superaste en esta segunda entrega. A pesar de los detalles esclarecedores, la intriga no solo se mantiene, sino que crece, y la tensión es aún mayor.
ResponderEliminarTu explicación sobre el «Sindrome del miembro fantasma» me recordó, inevitablemente a Edgar Freemantle, personaje de una novela de Stephen King llamada de Duma Key.
Gran Trabajo.
Saludos.
Muchas gracias Raúl, King es un maestro del terror psicológico. Trato de que no se me note mucho el fanatismo :)
EliminarAbrazos.